viernes, 19 de junio de 2009

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Parto de la contingencia para terminar en el caos.

Es cierto que los meteorólogos deberían decirnos cuando va a llover y cuando no. No decirnos que va a llover cuando definitivamente no sucede. Podemos elucubrar el respecto y pensar que los meteorólogos están coludidos con los vendedores de paragüas porque ciertamente se hicieron la américa entre el lunes y el jueves. Pero no menos cierto es que la sociedad está llena de "científicos" que claramente no logran realizar su pega como es debido e incurren en el error.

Primero, el meteorólogo debe decirnos que va a llover cuando realmente va a llover. Pero el economista también debería lograr la superación de la pobreza. Es la economía la que -tanto en su lógica financiera como en la real- perpetúan las desigualdades a través de la libre competencia, y no debería ser esa su motivación de desarrollo.

También es cierto que los abogados deberían luchar por la justicia, pero claramente no ocurre cuando vemos que los narcos y los ladrones tienen puerta giratoria en los juzgados y las señoras que cuidan gatos deben pasar las noches en la cárcel por incurrir en prácticas moralmente incorrectas (no digamos que son leyes habitacionales, porque las leyes se transforman en sí mismas desde la moral).

Los psicólogos y psiquiatras deberían luchar en los tiempos contemporáneos por combatir el stress y la depresión, sobre todo la laboral. Pero éstas enfermadades "del siglo XXI" siguen aumentando quien sabe porque (diganme porque psicólogos y psiquiatras).
Los médicos deberían curar enfermedades no aliviarlas. Para esto los laboratoristas deberían desarrollar las medicinas para curarlas, y no para aliviarlas. Y cuando esto suceda, deberían los gobiernos comprarlas para distribuirlas. No puede ser la salud una mercancía transable como cualquier producto en la lógica del libre mercado.

Los futbolistas deberían jugar a la pelota sin cobrar sueldos estratosféricos (sorry por meter a los futbolistas en el mismo saco de los científicos).

Los profesores deberían entregar educación de calidad y no preparar contestadoras de pruebas de selección universitaria.

Los arquitectos deberían construir sueños y no rascacielos.
Los políticos deberían gobernar para que todos los científicos lograran sus metas pensando exclusivamente en la misma oportunidad para todas las personas. Los publicistas deberían hacer llegar la información de forma coherente y simple, de todos los éxitos de los científicos que van a ser puestos a su disposición por los políticos que gobiernen.

En esta misma lógica, el poder de gobernar debería ser una ambición de todos, y no de unos pocos, pues el gobernar sería la perpetuación de estas intenciones. Y bastara que uno solo lo hiciera pero lo hiciera bien, aunque su régimen fuera una monarquía.

Los ingenieros...ay, los ingenieros que hacen? Si le pueden hacer la vida más facil a todos los científicos para lograr el desarrollo humano a la par del económico, serían aún más cotizados.
Los periodistas, deberían ser un aporte para la información y trabajar con los publicistas, informar y no postular posiciones ideológicas.

Los sociólogos deberían callarse. Porque su profesión se ubica entre las injusticias de los economistas y las negligencias de los políticos. Si aquellas no existieran, nuestra teoría sería una tiranía y nuestra metodología para la acción (que nunca se ha llevado a cabo) no parecería un espacio por llenar.

Dentro de esta lógica, casi todos los otros profesionales y científicos simplemente deberían hacer su trabajo para perpetuar una situación de bienestar universal, y no de crecimiento económico per cápita.

Pero no sucede nada de esto. La pobreza sigue siendo tema de debate político, no de acuerdos.
La justicia sigue siendo una utopía mientras aumentan los delincuentes que nunca recibieron educación, como tambien aumentan los que a través de la educación se transforman en delincuentes. Si simplemente la educación fuera para todos igual, la competencia entre colegios no existiría, no existiría la PSU y los potenciales delincuentes podrían decidir por si mismos serlo o no, conociendo una realidad en donde el delincuente no va a tener acceso a las posibilidades que le da la educación.

Quizás si cada científico hiciera bien su trabajo, no nos importaría darnos cuenta si llueve cuando nos dijeron que iba a llover.

Por Alvaro Aguilar

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